SOGA, UNA FIBRA PUNK A PUNTO DE INCENDIARSE


Iban marchando, una a una, algunas con el rostro cubierto, otras cargando aerosol y glitter. La llama se encendió: policías citadinos las estaban violando.

“Se supone que compartes una ideología con toda la banda que le gusta la música de protesta, contra la violencia, contra el gobierno, todo aquello que está bien culero”, señala Sara, agitando sus manos a cada sílaba suelta.

“Esperas que estos espacios sean seguros: la libertad en su máxima expresión, y mucha gente no lo entiende así”, reprocha.

Las expresiones de violencia parecen abrazar todos los rincones del país. ¿Uno se acostumbra al sonido de las ráfagas de fuego? No, de ese panorama lo único que quieres es huir.

“Las cosas en Monterrey ya estaban muy peligrosas, mucho narco”, comenta Violeta. Hace seis años salió de la ciudad norteña para vivir en la capital. 

Violeta fue voz y bajo de Ratas del Vaticano, banda underground de la escena regia. Fue en su llegada a Ciudad de México que conoció a Nadia, una baterista de brazos rápidos.

En esas fiestas largas y necias, Violeta y Nadia decidieron juntarse para hacer música e invitaron a Sara, hábil para el dibujo, así como para sacar buenos riffs de guitarra.

“Primero salió la música, cada una lo que traía y fuimos encontrando un sonido en particular”, explica Nadia, con los ojos clavados en sus palabras.

Así nació Soga, una banda de rock punk que toca sobre fantasmas, abusos y violencia.


En junio de 2018 grabaron un demo y subieron su material a Bandcamp. En menos de una semana las contactaron desde Seattle gente de la disquera Iron Lung para sacar su LP en formato físico.
“Me emociona mucho que nos haya sacado Iron Lung, porque es un sello que ha firmado a bandas muy buenas como Rakta, Lebenden Toten y Control Test. Creo que es una de las mejores disqueras de punk que hay actualmente”, comenta Violeta. 




El disco homónimo de Soga se compone de 10 tracks, directos, rápidos, que son un martilleo constante a la cabeza. Su carta de presentación contiene la rabia de una generación de mujeres que toman las calles, incendian conciencias y se multiplican así mismas.