La noche se pinta
anónima. Suena una canción que recuerda los terremotos en Chile. Los naturales
y los otros, provocados por aquella sangrienta dictadura que dejó más de 40 mil
víctimas.
México en estos
momentos vive su propio cataclismo social. Uno fuerte, que nos empuja, que nos
derrumba y poco a poco pretende sepultarnos en silencio.
Cifras del
gobierno señalan que existen más de 20 mil personas desaparecidas en nuestro país. Los últimos 43 de Ayotzinapa
tienen edades que oscilan entre los 18 y 25 años.

“Han sido tres
años de trabajo recopilando testimonios sobre jóvenes desaparecidos aquí en
México”, comenta Julio Urbina, integrante del colectivo Campo de Ruinas.
Julio, junto con
otros estudiantes universitarios, decidieron darles voz a padres de familia quienes buscan
desesperadamente a sus hijos.
Así nació “¿Qué
estamos haciendo los jóvenes para desaparecer?”, un performance con historias que atrapan al espectador en una espiral de rabia contenida y
de esperanzas intactas.
“Planteamos una pregunta que no nos podemos
responder. La cantidad de desaparecidos es enorme y queremos ver si encontramos
la respuesta en la gente”, comparte la performer Karina Carmona.
En la
representación teatral la línea entre espectador y actor es difusa:
se relatan testimonios, algunas madres escriben un pensamiento a sus seres queridos
y uno puede observar fotografías con los rostros de los ausentes.
“Estamos tan
cercanos al público que a nosotros también nos pega. Queremos mostrar lo que
sentimos. Los desaparecidos son familiares, son amigos, tienen historias y a nosotros
también nos puede pasar”, señala Carmona.
“¿Qué estamos
haciendo los jóvenes para desaparecer?” es un ejercicio de reflexión, de
memoria y sensibilización.