El escenario de una parte no menor de la derecha latinoamericana
siempre ha sido el del golpismo cuando han estado fuera del gobierno, y la
represión de cualquier disidencia o alternativa cuando habitan los palacios
presidenciales.
La derecha sólo acepta la democracia si está en el poder. Cuando
está fuera, le vale todo para recuperarlo. En casi todos lados.
La extrema derecha venezolana vuelve a las andadas. No está
dispuesta a esperar que la coyuntura les de una oportunidad electoral. Siempre
tienen prisa. Capriles ya no les vale y vuelven al sabotaje, a poner muertos en
las calles, a la desestabilización, contando como única baza el apoyo
mercenario de buena parte de las empresas de medios de comunicación del mundo y
de la propia Venezuela (donde el 80% de los medios están en manos de la
oposición).
La prensa internacional ha vuelto a ser cómplice de la enésima
intentona golpista. Por una parte, los que manejan una idea ramplona de
justicia y reparten culpas desde la tentación de la inocencia. Son los que
hablan de “los dos bandos” o de los “extremistas de ambos lados”, como si fuera
lo mismo estar en el Gobierno que ser un golpista. Por otra -los más-, formando
directamente parte de la estrategia golpista y acusando al Gobierno de Maduro
de ilegítimo.
La derecha golpista venezolana está armada, está vinculada
con el paramilitarismo colombiano y siempre tiene como estrategia sembrar la
calle de muertos para intentar estrechar el cerco contra el gobierno. Como
ocurrió en 2002, vuelven a conocerse conversaciones previas donde ya se anunciaba
que las manifestaciones iban a terminar con muertos -denunciadas por el
Presidente Maduro- o aparecen, como en tantas otras ocasiones, mercenarios
contratados para generar desórdenes.

El ruido que se hace con Venezuela siempre tiene que ver con lo
mismo: su condición de país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Una
codiciada pieza. Por eso fueron ayer contra Chávez y van hoy contra Maduro. Que
Venezuela esté en los telediarios no tiene nada que ver con la violencia. Tiene
que ver con que tienen petróleo y no son obedientes a los mandatos del norte.