CRASH



“El accidente se alimenta de velocidad rota. 
 Castiga a la era de la prisa con la suspensión del tiempo.”  
Villoro

Infinidad de accidentes ocurren a nuestro alrededor: los choques de automóviles, las caídas en las calles, los apagones en las casas. Todos ellos trastocan nuestro movimiento, nuestro tiempo y objetivos. Nos detienen. Nos vulneran. Nos vuelven más carne y más hueso.



No podemos escapar ante ellos. No podemos saber cuando vendrán, precisamente porque es su naturaleza no ser predecibles. No hay estadística que pueda dibujarlos.

Sin embargo el accidente no es del todo un enemigo. Nos forma, deja huella, nos cicatriza; esto a su vez nos singulariza y moldea el carácter.

En palabras de Juan Villoro: “Me invado de polvo y de desechos. Un cuerpo padeció una circunstancia irrepetible. Alguien que pudo haber sucumbido (pero no fue así)”

Más que un castigo, el accidente es una advertencia.